Opinión: Reinventando el Día del Trabajador: ¿Puede ser la felicidad un derecho laboral?
El 1 de mayo de 1886 marcó un hito en la historia laboral con la Revuelta de Haymarket en Chicago, Estados
Unidos. Lo que comenzó como una manifestación pacífica de miles de trabajadores, reclamando una jornada laboral de ocho horas, se tornó trágico cuando la violencia estalló, cobrando la vida de varios manifestantes y policías.
El término 'trabajo' tiene sus raíces en 'tripalium', un instrumento de tortura de la antigúiedad compuesto por tres palos. Esta etimología sombría nos recuerda la carga histórica asociada con el trabajo, una connotación que persiste hasta nuestros días.
¿Es posible redefinir el significado de este día?
¿Podemos transformar la lucha por los derechos laborales en una búsqueda de la felicidad en el trabajo?
Si nos remontamos a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, redactada por Thomas Jefferson en 1776, encontramos que la búsqueda de la felicidad está consagrada como un derecho inalienable.
Entonces, ¿por qué no debería formar parte de nuestra legislación laboral?
Algunos podrían pensar que es una idea descabellada, pero en un mundo donde los problemas de salud mental y el síndrome de burnout están en aumento, tal vez sea hora de considerarlo seriamente.
¿Pero qué significaría realmente el derecho a la felicidad en el trabajo?
Si nos basamos en los principales modelos científicos de felicidad, podríamos hablar de derechos como el de tener relaciones sanas y positivas, un sentido de propósito, la celebración de logros, el autoconocimiento y la promoción de emociones positivas en el entorno laboral, entre otros aspectos.
Múltiples países, como el Reino Unido, Finlandia y Costa Rica, han implementado políticas estatales para promover la felicidad de sus ciudadanos.
Incorporar el derecho a ser feliz en el trabajo podría no solo mejorar el bienestar individual, sino también fortalecer a las empresas y enriquecer a la sociedad en su conjunto.
Entonces, ¿qué estamos esperando? En lugar de recordar el 1 de mayo únicamente como un día de lucha por los derechos laborales, podríamos aspirar a que sea un día en el que también celebremos el derecho a encontrar la felicidad en el lugar donde pasamos la mayor parte de nuestras vidas: nuestro trabajo.